Karine tiene solo 22 años. Ella se mueve solo en una silla de ruedas y solo alrededor de la casa. En la calle, la niña prácticamente no se va. Pero no porque ella esté seriamente enferma. La cosa está en el monstruoso peso de Karina: pesa casi 300 kilogramos. Los problemas de la niña comenzaron en la primera infancia. Cuando todavía era muy pequeña, le diagnosticaron asma. A menudo tenía que estar en el hospital, en casa siempre había oxígeno en caso de un ataque. Los padres de Karina tuvieron que trabajar las 24 horas del día para pagar las facturas por el tratamiento de la hija. Pero ella no era la única hija de la familia. Karina es la mayor de tres hijos.Foto: fotograma del video www.tlc.com "Recuerdo cómo mi madre se sentó junto a mi cama durante las convulsiones, me miró y lloró", recuerda Karina en una conversación con. Pero este caso fue el único cuando el tiempo sana. Karina creció, se sintió mejor. Cuando tenía seis años, los ataques de asma habían terminado. "Pensé que todos seríamos más felices. Pero debido a mi enfermedad con dinero, fue muy malo para nosotros. Y mis padres continuaron trabajando en el uso y desgaste. Mamá tenía dos trabajos, no era de madrugada hasta muy entrada la noche. Casi no lo vi ", explica Karina. Sin su atención habitual, fue difícil para la niña. Después de todo, cuando estaba enferma, sus padres siempre estaban con ella: la cuidaban, la cuidaban. En el hospital, también, estaban temblando. Y luego Karina se dio cuenta de lo que es la soledad.Foto: fotograma del video www.tlc.com "Necesitaba muy poco. Para abrazarme, palmadita en la cabeza. Pero mi madre estaba demasiado ocupada ", asegura Karina. Mamá realmente se culpa a sí misma por el estado de su hija, porque extrañaba el momento en que Karina desarrolló una relación muy poco saludable con la comida. "La comida ha reemplazado el abrazo de mi madre", dice la niña. Al superar la soledad, a la edad de diez años Karina pesaba 45 kilogramos. Normalmente, el peso de un niño a esta edad debería ser de aproximadamente 30 kilos. ¡Busto casi una vez y media! Pero la madre de Karina estaba demasiado ocupada. Después de todo, ella necesitaba mantener a la familia, el dinero no cae del cielo.Foto: www.tlc.com“Cada vez que me sentía solo o molesto, mi mano automáticamente buscaba galletas, papas fritas y muffins. La comida siempre me ha consolado y siempre ha estado ahí, a diferencia de mi madre”, dice Karina. Ahora la niña está tratando de cambiar sus hábitos alimenticios: empezó a comer verduras en lugar de comida rápida. Ella también sueña con operarse del estómago. En su opinión, ya no podrá afrontar su problema de otra manera.